Algo realmente triste: cada vez las campañas políticas en nuestro país son más sucias y más violentas. Y no sólo por atentados como los que comentamos antes, sino por las campañas negras: que si este candidato tiene un amante homosexual menor de edad, que si el otro se ha robado dinero público, que si el de más allá tiene la familia en la nómina; que si debe cuentas de su cargo anterior, que si le desviaron 3,000 millones a favor de su campaña; que si tiene vínculos con el narco… Y lo más preocupante, es que si no todo es cierto, todo es totalmente verosímil. Ahora, a ver qué elecciones obtenemos con tanto «abono» utilizado. Si son más fértiles… o sólo sucias. Magú en La Jornada.
