La alcaldesa de Monterrey Margarita Arellanes Cervantes quedó en grave predicamento al asistir el domingo pasado a un evento religioso y decir allí que «entregaba las llaves de la ciudad a Jesucristo, para que él resolviera el problema de la inseguridad». Entre la violación de las leyes y el Estado laico (lo que trató de resolver diciendo que asistió «a título personal»), y la molestia por su declaración de que recurrió a esa instancia divina porque «era incapaz de resolver sola el problema», le ha llovido. Y aunque dijo que se disculpará, 70% de la población local aprobó la medida. Pero en la capital de la república no cantan mal las rancheras: al Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera le ha llovido porque le dio mucha autoridad a Jesús Rodriguez Almeida, jefe de la policía y anterior procurador… y acabó a palos la manifestación contra el halconazo, dónde los 20 detenidos deberán ser dejados en libertad por «detenciones arbitrarias» y por no ser un delito grave, al tiempo que parte de la izquierda pide su renuncia «por represor». Así está difícil. Helguera en La Jornada.
