Ciertamente el caso de Andrés Granier no es el peor caso de gobernador escandaloso que ha tenido el PRI: Ahí están Mario Marín y su encubrimiento a pederastras -si no es que fuera él mismo uno de ellos-, Arturo Montiel y sus escandalosas propiedades -que le costaron la candidatura presidencial de su partido-, Tomás Yarrington y su presunto vínculo con el narcotráfico, Fidel Herrera y sus «misteriosos» enriquecimiento, incluyendo ganarse dos veces el premio gordo de la lotería; o Ulises Ruiz y sus sedicentes vínculos con la guerrilla y el narcotráfico. NO, el problema no radica de ser corrupto o tramposo o hasta delincuente: el problema de Andrés Granier fue presumirlo. Porque a todos los demás hay que decirles «presuntos»: él la cantó con su propia voz: «Tengo mil camisas y 300 trajes en mis propiedades de México, Can-Cún, Miami y Villahermosa… sólo me pongo garras feas cuando estoy en el Estado, para que no digan». El pez por la boca muere, y más ahora que el Partido decidió no apoyarlo… por escandaloso. Rapé en Milenio.
